Desafortunadamente por su poca comunión con Dios o sus múltiples ocupaciones, o su inmadurez, fallaron a esta encomienda y hoy muchos pagan las consecuencias de ello y tenemos una distorsión del amor y de nosotros como dignos de ser amados. Esto también afecta nuestra relación matrimonial y vemos como pasada la fase “química” del enamoramiento en la pareja, la mayoría de parejas deciden: separarse, divorciarse o llevar una aburrida y sufrida
vida conyugal por amor a los hijos o por el “que dirán”.El matrimonio requiere un compromiso radical para amar a nuestro cónyuge, tal y como es, mientras que anhelamos que lleguen a ser lo que no son aún.
¿Qué necesitamos entonces para sostener un buen matrimonio? La respuesta es el Poder del Amor. Dios es Amor y por medio de Jesús tenemos acceso a Él. 1 Juan 4:8 dice que “Dios es Amor”. Necesitamos el poder del amor de Dios.Dios nos da un mandamiento que nos muestra como amar a Dios (dando es como recibimos): 1 Juan 4: 20-21 y dice también que “cuando amamos a Dios, amamos sus mandamientos” ( 1 Juan 5:2-3).En una ocasión alguien pregunto a Jesús, cuál de los mandamientos era el más importante de todos y él le respondió lo que dice Mateo 22: 37-40: “ama a Dios con todo lo que piensas y todo lo que eres” y “Cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo” (TLA).
No hay prójimo más próximo que su cónyuge y entonces usted ha recibido el mandato de
Dios para amarlo(a). Sin embargo, es importante conocer la posición bíblica respecto a la que es amar, más allá de los sentimientos.Amar es más que un sentimiento es una decisión. La Biblia habla de al menos tres clases de amor: el EROS (es condicional “te amo si y solo si”), el FILOS (“Te amo porque…), el AGAPE (“Te amo a pesar de…). El FILOS, es un amor que trasciende a EROS, que se niega a sí mismo por amor a su familia. El AGAPE es un amor que trasciende a EROS y a FILOS, no viene de Ud., de sus fuerzas, viene de Dios, Dios viviendo en usted, amando, a través de usted. El amor ágape (1 Corintios 13: 1-12) ha sido definido como “Generosa preocupación por el bienestar de los demás sin pedir nada a cambio” (comentario Biblia de estudio RVR 60).
¿Qué estaría dispuesto (a) a hacer para demostrar el amor a su cónyuge? Por ejemplo, ¿Esta Ud. dispuesto (a) dar su vida por la de su cónyuge?. Pedro también decidió amar a Jesús hasta la muerte y sin embargo termino negándole tres veces (Juan 13: 37-38), fue hasta que comprendió el amor de Jesús que pudo demostrar su capacidad para dar hasta su vida.
El matrimonio es un gimnasio donde puede ejercitarse y aprender a amar a su PROPIO cónyuge (Efesios 5:22-30). El matrimonio nos permite fortalecer y desarrollar nuestra capacidad para experimentar y expresar el amor de Dios. Ahí podemos mostrar nuestro amor a Dios, amando bien a nuestros cónyuges. Alguien dijo: “Nunca podremos amar demasiado a alguien, el problemas es que no amamos a Dios lo suficiente”.
El amor no es una reacción que brota espontáneamente de nosotros, tenemos que ir a la Fuente que es Cristo. El amor entonces debe perseguirse, ambicionarse y practicarse. La cultura popular no entiende este principio , es por eso que algunos hombres al dejar a su esposa por otra mujer se han atrevido a decir “La verdad es que nunca te ame” que es en realidad una forma de atacar a la esposa, diciéndole “la verdad es que nunca te hallé digna de ser amada”, pero en el contexto cristiano esa sería una confesión de fracaso porque Jesús nos manda a que amemos a hasta nuestros enemigos, por lo que el “Nunca te amé” significaría: “Nunca me he comportado como un creyente en Jesucristo”. Cuando amamos bien, agradamos a Dios. El amor cristiano se demuestra amando a aquellos que son más difíciles de amar.
Jesús no ha dado acceso al verdadero amor, debido a que la presencia del Espíritu Santo en nosotros produce las virtudes cristianas de la vida del creyente. Entonces en el contexto matrimonial no tenemos excusas: Dios nos deja escoger con quién nos vamos a casar, si la decisión es nuestra, que base hallamos para dejar de amar cuando encontramos difícil ponerlo en práctica. Dios no nos manda a que nos casemos, nos lo ofrece como una oportunidad. Una vez casados, no podemos amar a Dios, sin amar a también a nuestro cónyuge. A veces el cónyuge es difícil de amar pero para eso es el matrimonio: para enseñarnos a amar, ya que el verdadero amor surge dentro del matrimonio. La relación matrimonial ensancha y agiganta su capacidad de amar, es un campo de práctica en el cual puede aprender a aceptar a la otra persona para servirla, y por favor no limite ese “amor” a cosas “espirituales” como orar, predicar y exhortar, sino en deleitarse mutuamente en todas las formas “terrenales” que también son una realidad bíblica.
Cuando vivimos y actuamos por amor tenemos un anticipo de la edad venidera y de la eternidad, porque el amor es característica de madurez y de la vida que da Dios. 1 Corintios 13: 13 (TLA): “Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas y el amor. De esas tres cosas, la más importante es el amor”. El matrimonio es un pacto ante Dios, una decisión espiritual que nos ayudará a conocer mejor a Dios, a confiar más plenamente en Él y amarlo más profundamente. Decídase a amar, más allá de sus sentimientos, compartiendo el poder del amor de Dios con su cónyuge.
Jimmy Sánchez
♥ El matrimonio es diseño de Dios ♥
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El poder del amor
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