sábado, 26 de julio de 2014

El poder del amor

Muchos estarán de acuerdo en que lo más importante para mantener un matrimonio unido es el AMOR, sin embargo, nuestra incapacidad para amar en la vida adulta, está ligada muchas veces a nuestras carencias infantiles de amor. Dios encomendó a nuestros padres la importante labor de comunicarnos dos verdades importantes: el amor incondicional y la aceptación.
Desafortunadamente por su poca comunión con Dios o sus múltiples ocupaciones, o su inmadurez, fallaron a esta encomienda y hoy muchos pagan las consecuencias de ello y tenemos una distorsión del amor y de nosotros como dignos de ser amados. Esto también afecta nuestra relación matrimonial y vemos como pasada la fase “química” del enamoramiento en la pareja, la mayoría de parejas deciden: separarse, divorciarse o llevar una aburrida y sufrida
vida conyugal por amor a los hijos o por el “que dirán”.El matrimonio requiere un compromiso radical para amar a nuestro cónyuge, tal y como es, mientras que anhelamos que lleguen a ser lo que no son aún.

¿Qué necesitamos entonces para sostener un buen matrimonio? La respuesta es el Poder del Amor. Dios es Amor y por medio de Jesús tenemos acceso a Él. 1 Juan 4:8 dice que “Dios es Amor”. Necesitamos el poder del amor de Dios.Dios nos da un mandamiento que nos muestra como amar a Dios (dando es como recibimos): 1 Juan 4: 20-21 y dice también que “cuando amamos a Dios, amamos sus mandamientos” ( 1 Juan 5:2-3).En una ocasión alguien pregunto a Jesús, cuál de los mandamientos era el más importante de todos y él le respondió lo que dice Mateo 22: 37-40: “ama a Dios con todo lo que piensas y todo lo que eres” y “Cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo” (TLA).

No hay prójimo más próximo que su cónyuge y entonces usted ha recibido el mandato de
Dios para amarlo(a). Sin embargo, es importante conocer la posición bíblica respecto a la que es amar, más allá de los sentimientos.Amar es más que un sentimiento es una decisión. La Biblia habla de al menos tres clases de amor: el EROS (es condicional “te amo si y solo si”), el FILOS (“Te amo porque…), el AGAPE (“Te amo a pesar de…). El FILOS, es un amor que trasciende a EROS, que se niega a sí mismo por amor a su familia. El AGAPE es un amor que trasciende a EROS y a FILOS, no viene de Ud., de sus fuerzas, viene de Dios, Dios viviendo en usted, amando, a través de usted. El amor ágape (1 Corintios 13: 1-12) ha sido definido como “Generosa preocupación por el bienestar de los demás sin pedir nada a cambio” (comentario Biblia de estudio RVR 60).

¿Qué estaría dispuesto (a) a hacer para demostrar el amor a su cónyuge? Por ejemplo, ¿Esta Ud. dispuesto (a) dar su vida por la de su cónyuge?. Pedro también decidió amar a Jesús hasta la muerte y sin embargo termino negándole tres veces (Juan 13: 37-38), fue hasta que comprendió el amor de Jesús que pudo demostrar su capacidad para dar hasta su vida.

El matrimonio es un gimnasio donde puede ejercitarse y aprender a amar a su PROPIO cónyuge (Efesios 5:22-30). El matrimonio nos permite fortalecer y desarrollar nuestra capacidad para experimentar y expresar el amor de Dios. Ahí podemos mostrar nuestro amor a Dios, amando bien a nuestros cónyuges. Alguien dijo: “Nunca podremos amar demasiado a alguien, el problemas es que no amamos a Dios lo suficiente”.

El amor no es una reacción que brota espontáneamente de nosotros, tenemos que ir a la Fuente que es Cristo. El amor entonces debe perseguirse, ambicionarse y practicarse. La cultura popular no entiende este principio , es por eso que algunos hombres al dejar a su esposa por otra mujer se han atrevido a decir “La verdad es que nunca te ame” que es en realidad una forma de atacar a la esposa, diciéndole “la verdad es que nunca te hallé digna de ser amada”, pero en el contexto cristiano esa sería una confesión de fracaso porque Jesús nos manda a que amemos a hasta nuestros enemigos, por lo que el “Nunca te amé” significaría: “Nunca me he comportado como un creyente en Jesucristo”. Cuando amamos bien, agradamos a Dios. El amor cristiano se demuestra amando a aquellos que son más difíciles de amar.

Jesús no ha dado acceso al verdadero amor, debido a que la presencia del Espíritu Santo en nosotros produce las virtudes cristianas de la vida del creyente. Entonces en el contexto matrimonial no tenemos excusas: Dios nos deja escoger con quién nos vamos a casar, si la decisión es nuestra, que base hallamos para dejar de amar cuando encontramos difícil ponerlo en práctica. Dios no nos manda a que nos casemos, nos lo ofrece como una oportunidad. Una vez casados, no podemos amar a Dios, sin amar a también a nuestro cónyuge. A veces el cónyuge es difícil de amar pero para eso es el matrimonio: para enseñarnos a amar, ya que el verdadero amor surge dentro del matrimonio. La relación matrimonial ensancha y agiganta su capacidad de amar, es un campo de práctica en el cual puede aprender a aceptar a la otra persona para servirla, y por favor no limite ese “amor” a cosas “espirituales” como orar, predicar y exhortar, sino en deleitarse mutuamente en todas las formas “terrenales” que también son una realidad bíblica.

Cuando vivimos y actuamos por amor tenemos un anticipo de la edad venidera y de la eternidad, porque el amor es característica de madurez y de la vida que da Dios. 1 Corintios 13: 13 (TLA): “Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas y el amor. De esas tres cosas, la más importante es el amor”. El matrimonio es un pacto ante Dios, una decisión espiritual que nos ayudará a conocer mejor a Dios, a confiar más plenamente en Él y amarlo más profundamente. Decídase a amar, más allá de sus sentimientos, compartiendo el poder del amor de Dios con su cónyuge.

Jimmy Sánchez

♥ El matrimonio es diseño de Dios ♥

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Oleh

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