Nuestro matrimonio nació con la base del amor. ¿Es posible mantener este amor a través de los años?
El amor es el fundamento de toda nuestra identidad, si amamos a Dios. Dios nos amó tanto que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).
Jesús declaró que el mandamiento más importante es “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón [...] ni alma [...] tu fuerza [...] tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27).
Las personas deben distinguirnos como discípulos de Cristo por el amor que tenemos unos por otros (Juan 13:35). Nuestra existencia está arraigada y cimentada en amor (Efesios 3:17) y este amor debe expresarse con pasión y fervor (1 Pedro 4:8). Es una cualidad en la que debiéramos “abundar” más y más(1 Tesalonicenses 3:12), progresar en ella y dejar que cada vez nos defina mejor.
Así que si fuimos creados para comunicar amor, ¿qué haces cuando alguien rechaza tu amor? ¿Qué haces cuando la persona a la que le entregaste tu vida deja de aceptar el amor que eres llamado a dar?
El relato del profeta Oseas en la Biblia es asombroso. Te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás al Señor. (Oseas 2:20)
Contra toda lógica y decoro, Dios le ordenó que se casara con una prostituta. Quiso que el matrimonio de Oseas mostrara cómo era el amor incondicional del Cielo hacia nosotros. La unión de Oseas con Gomer produjo tres hijos pero, como era de esperar, esta mujer no se conformó siéndole fiel a un solo hombre. Así que Oseas tuvo que lidiar su corazón roto y con la vergüenza del abandono.
La amó, pero ella rechazó su amor. Se habían acercado, ella fue desleal y adúltera y lo rechazó por la lujuria de completos extraños. El tiempo pasó y Dios volvió a hablarle a Oseas. Le dijo que fuera y reafirmara su amor por esta mujer que le había sido infiel muchas veces. Esta vez, ella había llegado a un nivel aún más bajo y Oseas tuvo que rescatarla de la esclavitud, pero pagó el precio de su redención y lallevó a su casa. Es cierto, ella había despreciado su amor. Había traicionado su corazón. Sin embargo, él volvió a recibirla en su vida y le expresó un amor incondicional.
Es una historia verdadera, pero se utilizó como una imagen del amor de Dios hacia nosotros. Él nos colma de su favor aunque muchas veces no le prestamos atención. En ocasiones, hemos actuado de manera vergonzosa y hemos considerado su amor como una intrusión, como si nos impidiera obtener lo que de verdad queremos. Lo hemos rechazado de muchas formas (aun luego de recibir su regalo de salvación eterna), y sin embargo, sigue amándonos. Sigue siendo fiel.
No obstante, su amor no evita que nos pida cuentas de nuestros malos tratos hacia Él. A menudo, pagamos un precio más alto por nuestro rechazo del que nos damos cuenta. Y sin embargo, elige responder con gracia y misericordia.“En Él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7). En Dios vemos el modelo de lo que hace el amor rechazado: permanece fiel.
Jesús nos llamó a esta clase de amor en el sermón del Monte. Dijo: “Amad a vuestros enemigos; naced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan”(Lucas 6:27-28).
“Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo”(Lucas 6:32-33).
“Amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos” (Lucas 6:35).
Desde la posición estratégica del altar de tu boda, nunca hubieras soñado que esa persona con la cual te casaste se transformaría en una especie de “enemigo”, alguien a quien tendrías que amar casi como un acto de completo sacrificio. Y sin embargo, demasiadas veces en el matrimonio, la relación se reduce a ese nivel. Aún al punto de la traición o, tristemente, de la infidelidad.
Para muchos es el comienzo del final. La respuesta de algunas personas es pasar rápidamente a un divorcio trágico. Otros, por proteger más su reputación que su propia felicidad, deciden mantener la farsa en pie. Sin embargo, no tienen intención de adaptarse a la situación… mucho menos, de volver a amar al otro.
No obstante, este no es el modelo del seguidor de Cristo. Si el amor debe ser como el de Él, debe amar aún cuando sus intentos de acercamiento son rechazados. Y para que tu amor sea así, debes tener el amor de Dios en primer lugar.
Puedes darle amor inmerecido a tu cónyuge porque Dios te dio amor inmerecido a ti, repetidas veces y en forma duradera. A menudo, los que menos lo merecen son los que más reciben expresiones de amor. Pídele que te llene con la clase de amor que sólo Él puede proveer, y luego proponte dárselo a tu pareja de una manera que refleje tu gratitud a Dios por amarte. Es lo bueno del amor redentor. Es el poder de la fidelidad.
El amor es una decisión, no un sentimiento. Es una acción que se pone en marcha, y no un acto reflejo. Hoy puedes elegir comprometerte con el amor aún si tu cónyuge no estuviera interesado/a en recibir ese amor. Dile “te amo, elijo amarte aún aunque no me lo retribuyas”. Este tipo de amor solamente es posible si tienes a Cristo en tu corazón.
He optado por el camino de la fidelidad. (Salmo 119:30 NVI)
El camino de elegir amar es el principio de la victoria dentro de tu matrimonio. No des lugar a sentimientos contrarios como odio, venganza, recelo. Simplemente, elige amar. Dios hará el resto.
♥ El matrimonio es diseño de Dios ♥
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Puede terminarse el amor en el matrimonio?
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Oleh
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